Hola a todxs! Cómo ya habréis leído en el título de esta publicación, hoy os traemos un post en el que hablaremos de tres puntos, claves, que afectan a los más pequeños en este confinamiento. Además, os traemos una sorpresa en forma de app, totalmente gratuita, para que los más pequeños aprendan inglés de la forma más fácil y desde casa, ha sido Unicef la encargada de esta noticia así que... Si quieres que tu hije aprenda inglés en este tiempo no dudes en descargarla. Aquí os dejamos las formas en la que el COVID-19 afecta a los pequeños. Nos vemos pronto con más novedades muy pronto, de momento, sigan en casa y respeten los tramos horarios. Saldremos de esta pronto, ya se va viendo la luz al final del túnel. Fuerza. Esta pandemia mundial está afectando a la infancia porque el entorno en el que se crece y se desarrolla está sufriendo las consecuencias derivadas del COVID-19. La expansión del coronavirus está impactando negativamente en las economías más avanzadas, pero podría tener consecuencias especialmente devastadoras en los países menos desarrollados, donde los sistemas de salud son más frágiles. Desde aquí hacemos un llamamiento para que se tengan en cuenta a los niños y niñas, así como a las comunidades más vulnerables, en su respuesta al coronavirus. Los niños, y especialmente las niñas, que han visto interrumpida su educación y están sometidos a las medidas de contención de virus, tienen mayor riesgo de sufrir problemas de salud mental, violencia física o sexual y abandono escolar, algo que tendrá consecuencias aún peores en los países más pobres. Las tres formas en las que la pandemia del coronavirus puede afectar a los niños y las niñas y por qué las repercusiones serán peores para quienes viven en países en desarrollo son las siguientes:
Cuando se interrumpe la educación, los niños y niñas que dependen de programas escolares para obtener algunos servicios básicos, como los de alimentación y nutrición, están expuestos a una mayor vulnerabilidad porque, durante el tiempo que no vayan al colegio, no podrán recibir esos servicios tan necesarios para su desarrollo. Los colegios también son espacios seguros en los que los niños y niñas suelen estar protegidos contra distintas formas de violencia como el abuso, la explotación o el trabajo infantil. En el caso de las niñas, el hecho de no asistir a la escuela aumenta el riesgo de ser expuestas a matrimonios infantiles y de sufrir violencia sexual. Además, cuando los niños y niñas no van a clase durante períodos de tiempo indefinido y prolongado, es un desafío asegurar que continúen con sus estudios cuando se establezcan de nuevo las clases, lo que aumenta el riesgo de abandono escolar, sobre todo en el paso a la educación secundaria, especialmente para las niñas.
Para muchas familias, los impactos del coronavirus pueden empeorar su situación de pobreza, ya sea porque algún familiar enferma o fallece, por el aumento de los costes de la atención médica, por tener que ocuparse de cuidar a algún familiar enfermo, o por la pérdida de uno o varios empleos dentro del núcleo familiar. Cuando esto ocurre, los niños y las niñas pueden experimentar miedo y ansiedad por la situación, por el estrés de los padres o cuidadores, o por temor a que no puedan ser capaces de satisfacer sus necesidades básicas. Por otro lado, las familias pueden verse obligadas a tomar decisiones difíciles sobre el futuro de sus hijos e hijas. En el caso de los chicos, el cierre del colegio, unido a las dificultades económicas o a la enfermedad del padre o la madre, puede llevarles a desempeñar trabajos particularmente peligrosos y de carácter explotador. En el caso de las niñas, la pobreza puede llevar a los padres a tomar la decisión de casarlas a una edad temprana para hacer frente a la crisis económica.
Para muchos niños y niñas, sus padres, madres o cuidadores/as son sus principales protectores en la vida. Sin embargo, cuando estas personas enferman o empeoran su salud por el coronavirus, los niños y niñas están mucho más expuestos a sufrir angustia, ansiedad o la explotación. Cuando la tensión en las familias se incrementa, también aumenta el riesgo de violencia familiar. El cierre o la falta de acceso a servicios básicos en el caso de los niños, niñas y familias más vulnerables pueden suponer que dejen de recibir algunos recursos o tratamientos necesarios que recibían habitualmente. Para frenar esto tenemos que trabajar todos juntos. Lo adecuado sería trabajar con el profesorado, los padres, madres y los proveedores de atención sanitaria para identificar estrategias que proporcionen apoyo psicosocial a los niños, niñas y sus familias. Además de intensificar las medidas preventivas y de respuesta en los campamentos de refugiados y desplazados en losare se trabaje.
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AUTORASSomos Ángela y María, dos estudiantes de psicología en la facultad de Sevilla. Archives
Mayo 2020
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